En los muros de los templos románicos no es infrecuente encontrar sexo labrado en piedra. Junto con imágenes de guerreros medievales, horóscopos, animales diversos –reales o fantásticos−, cacerías, labriegos, músicos o bailadores, las escenas sexuales parecen una extraña iconografía para decorar una iglesia románica en plena Edad Media.