El tercer recinto murado, el mayor de todos los que posee el castro de A Saceda, es el único que posee una poterna, nombre que reciben las puertas secundarias de un espacio fortificado, pensadas para el acceso exclusivo de personas. Fue descubierta en la campaña arqueológica del año 1988, y desde entonces no se realizó en ella ningún trabajo de consolidación o restauración. La poterna de A Cidá da Saceda es un corte oblicuo en la muralla que se localiza en un lugar disimulado de la muralla, por tanto, separada del acceso preferente al yacimiento. Esto permitía a los habitantes del castro entrar y salir de él sin ser vistos.